domingo, 13 de mayo de 2018

V.- AL ATARDECER ME EXAMINARÁN DE AMOR



V.- AL ATARDECER ME EXAMINARÁN DE AMOR

5.1. La enfermedad sale al encuentro
Durante 1987, quienes estaban a su alrededor notaron que su salud no iba bien, pero este tema era enormemente difícil tratarlo con él. Solo en abril de 1988 accedió ¡y con condiciones! a ser examinado en el “Miguel Servet”. La primera información del Dr. Velilla Marco fue muy dura: ¡Estado terminal! Afortunadamente, se logró salvar aquel primer episodio pero quedó claro que, en el mejor de los casos, le quedaban diez años de vida.
Retomó las actividades pastorales: dirigiendo grupos (JOC, confirmación…) y asistiendo a reuniones en la parroquia o en la Asociación de Vecinos. Tras la muerte de su padre, se trasladó con su madre a la residencia del Seminario de San Carlos. No tardó mucho en fallecer también ella. A pesar de todo, durante ese tiempo, aun tuvo ánimos para viajar a Turquía (1990) y Marruecos (1993).
Visitas médicas y viajes a Madrid fueron fortaleciendo la expectativa de un transplante de hígado. Pero no pudo ser: en 1995 fue ingresado de nuevo a finales de julio. Falleció el martes 1 de agosto. “Se me lleva una triste neumonía”. Los jóvenes de la parroquia de San Agustín, organizados por turnos, no le dejaron ni un solo instante apoyando a su familia en esta tarea.
Los ocho años de enfermedad quedan resumidos en tan pocas palabras porque es seguro que Teodoro no querría que se escribiese ni una sola línea sobre su enfermedad y su muerte. “Eso no tiene ningún interés para la evangelización”. El sabía que sus facultades físicas irían progresivamente a menos. Pero fue cura hasta la muerte.
Él creía en su futuro y le daba mucho a la cabeza sobre cómo reubicar su actividad pastoral cuando su movilidad estuviese muy reducida. A lo largo de su vida había hecho muchos estudios sociológicos para facilitar el enfoque de problemas muy diversos e imaginaba que en esa tarea podía continuar: trabajando con la cabeza. Pensaba que se podía hacer más racional y eficiente la obsoleta maquinaria diocesana. “A los buenos deseos le llaman plan, pero la buena voluntad sin organización no vale”. Una especie de “Secretaría Técnica de Pastoral” podía detectar y cuantificar las necesidades de la diócesis, dar pistas para que los responsables diocesanos encontrasen la solución y evaluar con rigor técnico los resultados. La distribución de personal, la atención a la juventud o el establecer prioridades en la acción no son temas fáciles.

5.2. Impacto de su muerte
En la mañana del día 3 de agosto, se celebró el funeral en la parroquia de San Agustín. La iglesia resultó pequeña para contener a todos los asistentes. Concelebraron con el arzobispo numerosos sacerdotes. En la homilía, D. Elías Yanes resaltó que Teodoro era “un gran educador en el sentido más amplio de la palabra”. Fue sepultado en Alcañiz, junto a sus padres. Seguramente, una de las cosas que más le gustó de su funeral es que había bastantes personas no creyentes.
Heraldo de Aragón” publicaba el día 5 un meditado escrito de sus amigos titulado “Acción de Gracias” que por su exactitud y ponderación merece ser releído y meditado. El Boletín del Arzobispado y la hoja semanal “Iglesia en Zaragoza” (3 de septiembre) publicaron semblanzas de su persona. En puntos anteriores ya nos hemos referido a las jornadas que organizó en su recuerdo la Asociación de Vecinos de San José y la dedicación de un centro cívico con su nombre. Es frecuente que se le cite cuando se habla de los años de la transición, pero él trabajó siempre por el Reino.

El ocaso de la vida


EPÍLOGO
Claro que hay muchos temas que se han tocado en las anteriores líneas: las comunidades de base, los viajes papales, los congresos de distinto tipo, el funcionamiento de los diversos patronatos diocesanos, de Caritas, de las escuelas universitarias de Trabajo Social y de Formación del Profesorado y otros muchos temas que por razones de espacio no es posible tratar.
A partir de 1940, es fácil encontrar más de ochenta sacerdotes que han publicado algún libro; podemos confiar que algunos de ellos harán posible que conozcamos mejor la historia de nuestra iglesia. Pero lo que realmente Teodoro Sánchez nos pediría a todos es que seamos puntas de lanza en la evangelización sin ceder ante la rutina ni ante el cansancio.

Multicolor de la naturaleza


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