domingo, 13 de mayo de 2018

IV.-OPCIÓN POR LA JUVENTUD




IV.- OPCIÓN POR LA JUVENTUD

4.1.- Profesor de religión del Mixto nº 1
En el curso 1973-74, Teodoro comenzó a dar clases como profesor adjunto en el Instituto de Enseñanza Media Mixto nº 1. Este centro tenía ciertas características peculiares. Era el primer Instituto mixto en la ciudad y en él se impartía también la modalidad de nocturno al que acudían gran número de adultos que necesitaban el título (empleados de banca, funcionarios, militares, policías, etc). El claustro estaba compuesto por más de 80 profesores, la mayoría interinos (PNN). Entre el profesorado y también entre los alumnos se notaba, tal vez más que en los otros centros no universitarios, la presencia de militantes políticos de diversos partidos.
Entrar en la enseñanza estatal suponía además encontrarse con otros problemas que no eran simplemente dar clase a unos alumnos. El estatus académico y retributivo del profesor de religión y la identidad de la asignatura en estos centros se empezaban a plantear. Tampoco se podía obviar la dificultad de encontrar material adecuado para la clase.
En aquellos años, la información sobre cualquier suceso relacionado con la política tendía a estar manipulada. La única manera de conocer los hechos era estar allí. Además de la posible motivación ética que pudiese haber para participar, por ejemplo, en una manifestación de protesta, era interesante comprobar cuántos, cómo y quiénes iban (quiénes, estaban y quiénes no). Podría decirse que Teodoro estuvo “en todas” sin miedo a tener que correr o a los botes de humo.
También fuera de las aulas su relación con los alumnos era cercana y continuada. Con ellos y algunos profesores tomaba el café durante el recreo de la mañana en el bar Millán. Se hablaba en serio o en broma sobre los sucesos del Instituto, sobre política o sobre el boxeador Perico Fernández. Por navidad o a final de curso muchos grupos organizaban cenas invitando a los profesores que consideraban amigos o a los que debían convencer para que los aprobasen. Eran los comienzos de la moda del “porro”. En las huelgas, las manifestaciones, las sentadas o los cortes de tráfico llevados a cabo por el alumnado, el profesor de religión estaba cerca. El anecdotario sería interminable.
En una ocasión, uno de sus alumnos había sido detenido por repartir propaganda comunista. Visitó a la familia del chico que estaba muy preocupada por no poderlo ver. Después de la visita, otro compañero, también profesor de religión, telefoneó a monseñor Cantero explicándole el caso. Sin ninguna dilación, el arzobispo se interesó por el detenido ante las autoridades y comunicó el procedimiento que la policía iba a seguir. Si un Consejero del Reino se había interesado por el chico, éste ya no era un detenido cualquiera: era intocable.
A primeros de septiembre de 1974, Heraldo de Aragón titulaba: “Los PNN y los profesores de religión se niegan a realizar los exámenes de septiembre”. Se trataba de un problema laboral de algunos interinos. Los de religión se solidarizaron por lo que suponía de compromiso con la justicia, conscientes de que su gesto no sería correspondido en una circunstancia similar que les afectase a ellos. El Ministerio de Educación les impuso una sanción económica “por comportamiento inadecuado”.
El Delegado Provincial de Educación se decidió a actuar y, en visita al Arzobispo, acusó a dos profesores de religión del Mixto nº 1, Teodoro Sánchez y Ángel Calvo, de no hablar en clase “más que de política y de sexualidad”  dando a entender, de paso, que eran los protagonistas de la politización del instituto. Cuando los acusados se enteraron de este hecho, hablaron con monseñor Cantero que les aseguró varias veces que no pensaba hacer ningún caso a estas denuncias. Algunos compañeros del Claustro pidieron explicaciones al Director sobre “de quién había partido la denuncia” a la Delegación Provincial. La situación fue tensa, sin respuesta expresa pero con certeza moral sobre el autor.
Menudeaban las reuniones “clandestinas”, muchas veces en locales de iglesia, para tratar temas políticos o sociales de muy diverso interés. Podía resultar chocante estar temblando de frío y a las tantas de la madrugada para discutir las diferencias entre “servicio público” y “servicio al público”. En una ocasión, un inocente se permitió sugerir “si entra la policía os ponéis a rezar el rosario y nosotros contestaremos”.
La tentación de usar a “los curas” como parachoques estaba presente. Era necesario estar con los ojos muy abiertos. Las múltiples relaciones de Teodoro le permitían conocer bastante al día el mundillo político clandestino de entonces. Esto y algunas precauciones aprendidas poco a poco le hacían dar en el clavo de forma habitual. ¿Cómo distinguía si un documento era del partido o era un panfleto de la policía? Sencillo, incluso antes de leerlo; bastaba con saber el tipo de papel que usaba cada uno.
El fin de las manifestaciones prohibidas llegó en la tarde del 28 de julio de 1977. Se trataba de pedir la amnistía para los presos políticos aragoneses (fueron liberados por la mañana). El itinerario era Torrero - calle Alfonso. Teodoro esperó la manifestación en la plaza de Paraíso y la acompañó hasta el final. Al terminar, lo acostumbrado hasta entonces: gritos y a esperar la carga de la policía. Pero ésta no apareció. Los ánimos se desfogaron con cantos junto al Gobierno Civil y… estaba claro que la situación estaba cambiando.


[28] Entre el profesorado había militantes del Partido Comunista, Partido del Trabajo, Movimiento Comunista, Convención Republicana, Partido Socialista Obrero Español… Entre los alumnos, dado que las comunidades cristianas populares invitan entonces a la militancia, los chicos procedentes de determinadas parroquias llegaban ya a primer curso “prácticamente” afiliados a un partido de izquierda.
[29] Para que el arzobispo entrase más fácilmente al trapo añadió lo de la sexualidad



4.2.- Identidad de la asignatura
En ámbitos cristianos de distintos lugares se comenzaba a cuestionar el papel de la asignatura de religión en los centros estatales pero solo de manera informal. En enero de 1976, los maestros de Palma de Mallorca plasman sus reflexiones en un documento titulado “En busca de la identidad de la clase de religión”. En mayo del mismo año los obispos de las diócesis catalanas ponen en marcha un proceso de reflexión cuyo documento de trabajo lleva como título “La escuela cristiana que deseamos”. Desde Barcelona, la  Escuela del profesorado “Blanquerna” trabajó seriamente el tema y a su línea básica de pensamiento se la denominó “Cultura religiosa”.
Simultáneamente, en Zaragoza un grupo de sacerdotes profesores de Instituto (entre ellos Teodoro Sánchez) se planteaba las mismas inquietudes y subrayaba el aspecto de “Enseñanza crítica” que debía tener la clase de religión en los centros estatales. En febrero de 1977, J.R. Bada y L. Betés publican “La religión en el sistema educativo”. Por supuesto, sin ningún apoyo oficial, en los días 7 y 8 de mayo se celebró en Zaragoza una reunión de trabajo con el tema “La alternativa Cultura religiosa para la clase de religión”. Se reunieron 20 personas procedentes de Barcelona, Palma de Mallorca, Madrid, Pamplona, San Sebastián y Zaragoza (Valladolid, Sevilla, Oviedo y otros excusaron su ausencia.
En el mes de julio llega a Zaragoza como Arzobispo Don Elías Yanes Álvarez. Como estaba prevista la publicación en la prensa local de un reportaje sobre la enseñanza de la religión, los componentes del “Equipo Eucaristía” entendieron que lo correcto era entrevistarse antes con el nuevo Arzobispo y comentar el tema. Nada se confrontó en esta larguísima reunión. De forma espontánea o preparada, monseñor Yanes dio a sus visitantes una erudita conferencia sobre pedagogía. El 27 de julio, bajo el título “La enseñanza de la religión dentro del sistema educativo”, el periódico Aragón Expres publicaba a doble página y con grandes titulares el documento de 7 puntos que habían presentado por los profesores zaragozanos en la reunión de mayo. A primeros de septiembre, el nuevo arzobispo publica su primera carta pastoral: “La enseñanza religiosa en la escuela”. En ella se critican las opciones de “cultura religiosa” y de “enseñanza crítica de la religión”.
 Para continuar aclarando ideas se celebró una reunión en Barcelona. Lluis Duch, monje de Monserrat, habló de antropología y religión de cara a fundamentar el lugar de la religión en la enseñanza. En cierto momento apareció monseñor Jubany interesado en que sus sacerdotes le explicasen en que consistía la debatida opción “cultura religiosa”. Posteriormente hubo otra sesión de trabajo en Madrid y se trató de buscar diálogo con los obispos. En diciembre de 1977 se tuvo un encuentro de trabajo con teólogos de la confianza de la Comisión Episcopal. La sintonía con ellos fue grande pero monseñor Palenzuela rechazó el envío del acta para evitar que alguien pensase que ese era el pensamiento de la Comisión Episcopal. Así terminó todo diálogo en marzo de 1978.
El problema seguía vivo. En el verano de 1979, tres miembros del Equipo Eucaristía (entre ellos Teodoro) mantuvieron en Munich un encuentro con profesores de religión de institutos de Baviera. Nada de lo que allí funcionaba les pareció aplicable al caso español; los contextos eran demasiado distintos.

4.3.- Estatus del profesorado, pleitos e inicio de asociación
Cuando existió la oportunidad no se sacaron oposiciones a cátedras de religión.  Pasando el tiempo se fue deteriorando el estatus laboral y académico del profesorado de “Formación religiosa”. En algunos ambientes de iglesia no se veía bien que se llevase a juicio al Ministerio de Educación. Hubo que convencer a los de más edad y, por fin, se interpuso el recurso contencioso-administrativo. Se buscó como abogado a un famoso en derecho administrativo, Eduardo García de Enterría. 
Los contactos necesarios para presentar el contencioso fueron poniendo de relieve la necesidad de asociarse. Pese a los recelos que muchos tenían a este tipo de fórmulas, la Asociación Profesional de Profesores de Religión en Centros Estatales (APRECE) se constituyó en 1975 y luego quedó inscrita en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Por fin, el Tribunal Supremo, en sentencia de 6 de marzo de 1978, establece la equiparación laboral con el profesorado interino de Bachillerato. No por ello cesaron los problemas, pero fue un paso importante.

4.4.- Material didáctico adecuado
No parecía ético quedarse solo en los lamentos: había que contribuir a las soluciones. En enseñanza media se precisaba un material escolar distinto en su presentación, estilo y enfoque. El “Equipo Eucaristía”  comienza la publicación de tres tomos que se han pensado como libros de texto. Bajo el lema “Para una enseñanza crítica de la religión” se editan: Jesucristo (1977), La Iglesia (1978) y El hombre (1979). En este último volumen no participó Teodoro. Aunque los libros tuvieron mucha aceptación entre el profesorado, en enero de 1981, la Comisión Episcopal de Enseñanza dictaminó que “por la orientación de fondo” no podían usarse como textos. “Tal vez esté subyacente al texto una concepción de la enseñanza religiosa distinta a la que está subyacente en los programas”. A partir de 1983 dejaron de venderse en España.
Los libros editados como “Cultura religiosa” corrieron la misma suerte.
En 1979, tras la caída de un cielo raso, el Instituto se trasladó al edificio que años antes habían ocupado los HH Maristas en la calle San Vicente de Paul, 13. Allí dio Teodoro sus últimas clases en 1988, cuando ya era evidente el deterioro de su salud.
En el ámbito de la enseñanza había también otro tipo de problemas. En septiembre de 1979, se hizo una concurrida manifestación contra el director del colegio Santo Domingo de Silos, don Julián Matute Hervás. Posteriormente, también como protesta, unas 30 personas se encerraron en locales del arzobispado.


[30] Entre los motivos estaba el qué pasaría con esos catedráticos si desobedecían a su obispo y el hecho de que su retribución económica fuese mayor que la de su prelado.

[31] El sacerdote Ignacio Faci García trabajó mucho en este tema.

[32] Los componentes eran: José Bada Panillo, Luis G. Betés Palomo, Ángel Calvo Cortés, Alberto Ruíz Díaz y Teodoro Sánchez Punter.

4.5.- En la Parroquia de San Agustín
Tal como se ha dicho anteriormente, Teodoro llega como coadjutor a la parroquia de San Agustín   en 1969 y allí estará 26 años, es decir, hasta su muerte. En medio de sus múltiples actividades, esta será la prioritaria.
La parroquia había vivido algunas situaciones de tensión. El sacerdote D. José Ignacio de Miguel Elorz (1966) era cura obrero.  Trabajó, primero en carpintería y luego como electricista. Dirigía también una residencia de JOC para aprendices situada en la calle Cartagena.  En febrero de 1969 fue sustituido por D. José Ayerdi Pascual. Al cambiar la línea pastoral y, sobre todo, al pretender otro estilo de funcionamiento en la residencia citada encontró una violenta resistencia, cercana al acoso personal.  A los seis meses dejó la parroquia siendo sustituido por D. Luís Calahorra Martínez. En este momento llega Teodoro. Al año siguiente se repone al primer ecónomo y se reinician los planteamientos pastorales de parroquia misionera y abierta.
Al principio, los actos de culto se realizaban en Cartagena 10, en un aula del colegio Agustín Gericó. Luego, y a la espera de mejores tiempos, la iglesia se situó en la Avenida de San José nº 93 (esquina de la calle Cartagena).  Desde la avenida se podía acceder a un patio no cubierto al que la policía solía llamar “la corrala” o “el corral de la Pacheca”. En él estaban las entradas a dos viejas naves que se usaban para las actividades parroquiales, scouts, etc. Estos locales, cuyo uso había cedido la  Fundación “Agustín Gericó”, estaban construidos en una zona destinada ya entonces a ser la avenida Cesáreo Alierta y, por lo tanto, condenados al derribo.
Hacia 1978 se comenzó a pensar en serio en una nueva ubicación. Los nuevos locales deberían ser un lugar de encuentro -formal e informal- entre las personas y además acoger una obra social a favor de los jóvenes. Se localizó el lugar en los bajos de una nueva construcción en la todavía calle Cartagena 16-18. En 1979, el Arzobispo y el responsable de economía visitaron el sitio y, aunque entonces era la única solución viable, no la aceptaron.  Sin embargo, años más tarde, el sábado 7 de abril de 1990, se inauguraba la nueva sede parroquial en aquel mismo lugar. El nombre de la calle es ahora Avenida de Cesáreo Alierta.
San José era un barrio típicamente obrero y sus vecinos empezaban a notar la necesidad de cohesionarse y organizarse. Para este fin, fue un paso importante la celebración de las primeras fiestas del barrio (1971) que se organizaron por “incitación” de los curas de San Agustín. En este aspecto son notorios nombres como el  restaurante Fuyi Yama, Antonio Mariñosa, Miguel Ángel Tricas, Ricardo Berdié y otros.
En 1995,  la Asociación de Vecinos de San José organizó unas jornadas en recuerdo del párroco de san Agustín y reivindicando el nombre de “Teodoro Sánchez”  para el centro cultural que se levanta en la plaza Mayor. Se motiva la  petición en que “participó activamente en la consolidación del movimiento vecinal, al que prestó su esfuerzo y dedicación en una época particularmente difícil y comprometida”. En otros párrafos describen a Teodoro como: “abierto, tolerante, democrático y participativo”, “una persona integradora de esfuerzos”, “dispuesto a colaborar para que la justicia social fuese un poco menos inalcanzable cada día”,  “actuó desde su compromiso cristiano, pero sin imponérselo a nadie”. Añaden que su perfil era “intelectual y humanista”.  Una tira marcapáginas, editada por las Bibliotecas Públicas Municipales dice en su texto “Profundamente comprometido con la realidad de su tiempo, consiguió que la parroquia de San Agustín estuviera abierta totalmente a las necesidades del barrio, sabiendo conectar siempre con las aspiraciones y preocupaciones sociales de la gente y especialmente de los jóvenes”.


(33] Se le dio este nombre a la parroquia en homenaje al sacerdote D. Agustín Gericó Nadal  (1878-1967) y tendría entonces alrededor de 10.000 feligreses,

[34] En aquel tiempo había en Zaragoza unos 12 curas obreros, incluyendo los pertenecientes a órdenes religiosas. Todos estaban incluidos en las listas negras de la policía y la patronal.

[35] La edad de la mayoría de los residentes se correspondía poco con la esperada en una residencia de aprendices.

[36] Durante la celebración de la misa del día del Corpus, usuarios de la residencia ataviados como mariachis interrumpieron la celebración con paseillos de ronda, cantos e insultos directos al celebrante

[37] Se entraba en ella a través de una pequeña puerta coronada por un letrero que indicaba “Parroquia de San Agustín”. El espacio usado para el culto era rectangular, con dos filas de seis bancos y un fondo pirograbado de la última cena. En una casa contigua estaba el despacho parroquial.
[38] Tal vez confiaban en que el Patronato “Gericó” contribuiría en la solución del problema


4.6.- Una línea pastoral

Es evidente que no se puede pormenorizar en estas líneas la labor pastoral que Teodoro realizó en los 26 años de su larga permanencia en esta parroquia. Pero, aun con una simple descripción de algunas de sus actividades se percibe la extensión e intensidad de su trabajo.
A mediados de 1978, tras la secularización de dos sacerdotes del equipo parroquial, Teodoro manifestó su “tentación” de marcharse de San Agustín. Sus compañeros sacerdotes del Instituto Mixto nº 1 lo disuadieron y se ofrecieron a ir como coadjutores suyos para que no cambiase la línea pastoral de la parroquia ni se perdiese el trabajo ya realizado. La verdad es que, dadas las tareas que desempeñaban los que se ofrecían, se trataba sobre todo de un apoyo psicológico.  La curia diocesana no puso ningún inconveniente en que fuese así y él fue nombrado ecónomo.  En 1981 fueron nombrados otros sacerdotes con mayores posibilidades de dedicación.
Las simplificaciones siempre son inexactas pero pueden servirnos para subrayar las metas que persiguió y los caminos utilizados. Desde luego, no se limitó a obedecer ni a seguir la rutina eclesiástica. Fue más evangelizador que “sacramentalizador”. Le preocuparon más las personas y sus problemas que la religiosidad de los afectados. Era iniciador y dinamizador, pero no pretendía controlarlo todo: una vez puesto en marcha el proyecto lo dejaba funcionar (preferentemente convertido en asociación civil). Le parecía imprescindible conocer la realidad y procuraba ser testigo presencial de los hechos. Valoraba los movimientos apostólicos especializados y procuró que arraigasen en su parroquia algunos de ellos.

  (39)En 1973 se crea la Asociación de Cabezas de Familia de San José, cauce legal permitido en aquel tiempo y que muchas parroquias usaron para promocionar la participación vecinal. En este aspecto, Teodoro es citado por Javier Ortega en su libro “Los años de la ilusión. Protagonistas de la transición. Zaragoza, 1973-1983” (1999)
  (40)El Periódico de Aragón, 15 de noviembre de 1995.
  (41)Formaron parte del equipo parroquial José Alegre Aragués, Ángel Calvo y José Lorenzo Martínez.


4.7.- La Parroquia como espacio de libertad
 Teodoro entendía que sin libertad no hay persona y, en consecuencia, veía a la parroquia como un espacio de libertad. Era habitual que los encierros protesta por huelgas laborales o de hambre se hiciesen en la parroquia de San Agustín. En la prensa de la época puede encontrarse la constatación de los hechos. Fue especialmente sonada la de los trabajadores de TUZSA, en 1986.
Este comportamiento tenía sus costes. No sólo irritaba a las autoridades civiles sino también a la mayor parte de las eclesiásticas y a muchos integrantes de los ambientes de iglesia. Como era de esperar, al descolgar el teléfono del despacho parroquial se oían ruidos sospechosos y en los alrededores podía observarse a veces cierta vigilancia. Un grupo del estilo de los llamados Guerrilleros de Cristo Rey quiso llevar las cosas más allá. A los sacerdotes de la parroquia les llegó la información de que se había programado un ataque físico para el día siguiente por la tarde. Efectivamente: llegó un coche utilitario con chicos jóvenes que llevaban bates de béisbol (algunos tapados con periódicos). Al encontrar cerrado el despacho parroquial pusieron en la puerta una pegatina con el texto “Morte morieris”. Los sacerdotes conocían personalmente al cerebro de la operación.
Las personas implicadas en la oposición política tenían confianza en Teodoro que solía estar bastante bien enterado de lo que se hablaba en los comités de los principales partidos.

4.8.- Opción preferencial por los jóvenes
Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana fueron un elemento esencial en el funcionamiento de la parroquia. Residían en Puente Virrey, 7 y algunas de ellas eran profesoras en el colegio del patronato. Fuera de las clases reunían a chicas y chicos en grupos para tratar temas humanos y religiosos.  Esta actividad continuó incluso con quienes ya habían dejado el colegio. De estos grupos salió un grupo de catequistas. Con este mismo origen se formó más tarde el grupo Scout y el Club de jóvenes, ambos independientes de la parroquia pero real y afectivamente unidos a ella. A partir de 1974 Teodoro fue aglutinando un grupo bastante compacto de jóvenes que sería un núcleo dinamizador de las actividades de la parroquia. Su relación con ellos fue extensa e intensa, pasando juntos muchas veces las vacaciones de verano. A través del “Catecumenado” y de la “Escuela de Teología” se cubrían los aspectos de formación doctrinal y se incitaba al compromiso en el barrio. La Cáritas parroquial contó también con la presencia activa de jóvenes

4.9.- Pastoral juvenil diocesana
En 1979, Teodoro fue nombrado Director del Secretariado Diocesano de Pastoral Juvenil, puesto que desempeño hasta 1987. Como no podía ser de otra manera, el grupo de San Agustín participó activamente en la creación de la Coordinadora de Pastoral Juvenil. Los que participaron en las diversas pascuas para jóvenes que se organizaron en estos años recuerdan como algo muy positivo aquella actividad. Eran los años del “boom” de la Confirmación y en la parroquia, se presenta a quienes se preparan para el sacramento la conveniencia de pertenecer a algún movimiento apostólico especializado (JOC u otros). Puede decirse que se logró una importante presencia en las diferentes “movidas” del barrio: colectivo de jóvenes en paro, comisión de cultura y de festejos, colectivo por la paz o por la objeción de conciencia…
Como responsable de la Pastoral Juvenil, Teodoro asistió a las “Jornadas de Pastoral Universitaria” que tuvieron lugar en junio de 1983 y a las que asistieron personas de reconocido relieve nacional como Juan Mª Laboa, Olegario González Cardenal, Antoni Mataboch, José Alonso, Gonzalo Tejerina.


[42] Probablemente por esta razón buscó a Ramón Arribas como coadjutor. La presencia de este creativo sacerdote en la parroquia está recordada por una calle zaragozana dedicada a él. También en Alfamén tiene un paseo con su nombre

[43] Eran principalmente las hermanas: Ascensión Andía, Josefina Aísa, Petra Martínez, María José Sanjuán y Margarita Trinchán.

4.10.- La residencia para enfermos crónicos y el taller ocupacional
En la idea a atender a los más desfavorecidos y siguiendo el método de implicar activamente  al mayor número de personas posibles sin considerar sus ideas religiosas, se puso en marcha en unos pisos de la calle Cartagena la residencia para enfermos crónicos “Santa Teresa”. Algunas profesoras de enseñanza media deshicieron sus uñas fregando los suelos para poder comenzar la instalación. En esta obra, los apuros económicos fueron algo bastante habitual
En 1984, tras un estudio sociológico de la problemática del barrio, inició su funcionamiento el Centro Ocupacional San José. Dependió jurídicamente de la parroquia hasta el 2 de julio de 1987 en que se constituyó en asociación sin ánimo de lucro. La cantidad de jóvenes que han participado en los cursos han sido bastante importante. Desde 2003 es gestionado por la Fundación Adunare.
Seguramente sería pormenorizar en exceso comentar la actuación de Teodoro como arcipreste, como miembro del Consejo Presbiteral o en el Sínodo Diocesano (1984-1986). Su objetivo fue conseguir en estas instituciones la mayor eficiencia administrativa y pastoral de la diócesis para poder lograr la mayor eficacia posible.




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