No, no te asustes ni temas. No habrá llantos ni chirriar de dientes, ni truenos fogosos que unan el cielo y la tierra.
No, no habrá arriba ni abajo, ni izquierda ni derecha. Ni olor a azufre de volcanes gigantes, ni bestias de veinte cabezas.
Todos salisteis del mundo de los posibles del que ignorabais sus reglas. Todos habéis sufrido y gozado la angustia y el placer de una vida intensa; las alegrías proféticas y la tristeza agónicas de un tiempo y un espacio remoto adornado de soles y tormentas.
Ya respirasteis el aire infernal de la lucha contagiosa, la furia de terremotos hambrientos y el sufrimiento de inesperadas violencias. Ahora volvéis al inicio y mi alegría es inmensa. Ni cólera ni venganza; la misericordia vence al juicio severo; la sencillez a la opulencia frívola que violenta. Frente a la rigidez de la ley, la norma: el común sentido que la experiencia muestra.
En el silencio infinito del cosmos el vacío se ensancha y estira en perfección continua. Qué belleza y qué soledad, cuánta sorpresa y cuánto espanto.
En esa alargada oscuridad cada vez más profunda, descansan las voces de los que os precedieron. Cuando la vuestra llegue, agotada por tan largo recorrido, descubriréis, sorprendidos, que el camino de vuelta comienza de nuevo.
Cantad conmigo:
¡¡ALELUYA!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario