sábado, 19 de marzo de 2016

LITURGIA, FORMACIÓN, CULTURA, APERTURA AL MUNDO

Liturgia, formación, cultura, apertura al mundo.
Al principio yo hacía lo que hacían todos: seguir escrupulosamente las normas litúrgicas. Quizás si pudo haber alguna diferencia es que personalmente me lo tomaba muy en serio. Por decirlo de alguna manera, procuré dar a la liturgia un atractivo estético y una absoluta seriedad. La rutina para mí era un pecado. Además intenté que fuese comprensible lo más posible.
No olvidemos que la misa la hacíamos en latín y de espaldas al pueblo. Me costaba mucho predicar a las gentes y tuve que valerme de una ficha que llevaba en mis manos a la que consultaba frecuentemente. Era incapaz de decir dos palabras seguidas.
Pero la gente acudía a las celebraciones con gran respeto. Casi no me atrevía a mirar a la cara a los que tenía delante. Pero fui conociendo a las personas y ellas me fueron conociendo a mí. Yo me expresaba como podía, y la gente hacía el esfuerzo por comprenderme. El respeto y la comprensión eran mutuos.
Llegó un momento en que me planteé que la liturgia no podía seguir siendo tan hierática y tan fría.
“No está hecho el hombre para el Sábado, sino que es el Sábado el que está hecho para el hombre”, había dicho en su día Jesús de Nazaret.
Y a partir de ahí empecé a simplificar las celebraciones suprimiendo lo que favorecía la rutina, y acentuando lo que podía ser mejor comprendido. Estética, seriedad, sencillez, cercanía y sobre todo reflexión, venían a ser los objetivos.
Llegó el Concilio Vaticano II y cambiaron las normas. Todo debía hacerse de cara al pueblo y en español. “Cara a cara Iglesia y Pueblo y hablando el mismo idioma”. El latín quedaba para los estudiosos, y el castellano para las gentes normales.
Los carpinteros de Sástago, los hermanos Garín, me confeccionaron una mesa según el diseño que yo les había hecho. La coloqué lo más cerca posible a los bancos donde se sentaban las gentes y cara a cara comenzaron nuestras celebraciones. Yo me sentía próximo a la gente, y ellos comenzaban a tratarme de tú a tú.
La lectura del Evangelio se hacía con el mismo lenguaje que el de la calle.
Analizábamos los principales acontecimientos diarios cercanos a nosotros, y también los acontecimientos más notorios acaecidos en el mundo a la luz del Evangelio.
El Evangelio nos servía para la vida, y la vida aportaba al Evangelio mayor comprensión e inmediatez para todos nosotros.
A partir de ahí me fue más fácil expresarme, y la gente comenzó también a exponer su pensamiento.
Poco a poco todos comenzamos un diálogo con libertad, puesto que lo que se decía nos interesaba a todos. En ocasiones también los monaguillos intervenían en las reflexiones.
Si uno de los objetivos era abrir a las gentes hacia los pueblos cercanos y el resto del mundo, había que traer al pueblo para que les hablasen, a otros curas.
Se hicieron Semanas de Misiones. Se organizaron charlas sobre las Encíclicas de los Papas Juan XXIII, especialmente la “Pacem in terris”, y de Pablo VI.
Pasaron por las parroquias los sacerdotes el Padre Antonio Gelabert, profesor nuestro en el seminario, Emilio Escobedo y Pascual Segura, Alejandro Fernando y Alfonso Milián.
Sobre la Encíclica “Populorum Progressio” de Pablo VI se organizó una semana de charlas dadas por José Antonio Usán que causaron mucho impacto.
Incluso en verano acamparon un buen grupo de seminaristas venidos de Zaragoza dirigidos por el Rector del Seminario D. Agustín Flores. Eran los de 3º de Filosofía entre los cuales estaban Fernando Larrubia García, Manuel Liarte Guardia, Tomás Ortiz Arrese, y José Mª Rubio con el resto de compañeros.
Todas las noches en la plaza de la iglesia había fuego de campamento.
Los mayores se quedaban admirados viendo cómo se expresaban aquellos jóvenes con plena libertad y soltura y viendo que sus propios hijos hacían lo mismo. Música, canciones chistes, breves representaciones teatrales.
En definitiva constituían unas veladas muy gratas para todos.
En las escuelas, cerradas por vacaciones, tenían su centro de convivencia durante el día programando las actividades de la jornada. Charlas, debates, animaban a los jóvenes.
Limpiaban caminos, acequias, cementerio, etc.
Los seminaristas daban catequesis a los niños y los sacaban de excursión al río, al Fortín de Sástago donde recordaban su historia, y al Monasterio de Rueda, que entonces estaba medio en ruinas y que era empleado como corral de un gran ganado de ovejas.
Los actos litúrgicos adquirían todo su esplendor. Fueron unas jornadas muy positivas.
A la hora de las despedidas hubo suspiros, lágrimas, y enamoramientos platónicos.
Pero todo hizo que unos y otros se fortaleciesen en el conocimiento y dominio de sus personas. Durante largo tiempo siguieron comunicándose por correspondencia.
Fue una experiencia enriquecedora para todos.
Fue una “ventana al mundo” importante.
Recordemos que estamos en los años 1.964 - 1.968.
Para las fiestas patronales, un año, el amigo Carlos Tartaj que estaba de sacerdote Coadjutor en Andorra nos hizo el regalo de venir a Cinco Olivas con todo el Cuadro de Jota. Al frente iba el “Pastor de Andorra”, José Iranzo, famoso cantador de la Jota Aragonesa, y la bailadora María Jesús Cubero.
Constituyó una gran velada. José Iranzo nos regaló con una jota en inglés que solía cantar cuando salía de España en su gira artística por diferentes países y siempre que se lo pedían.
Escuchar por primera vez una jota en inglés fue extremadamente curioso. Carlos y yo nos mirábamos apretando los dientes pues el sonido de la jota en lengua anglosajona erizaba los dientes. Fue una experiencia muy curiosa. José Iranzo además de ser un gran jotero ha sido siempre una excelente persona.
Habíamos colocado un sistema de megafonía en la iglesia y colocamos altavoces en el campanario.
El micrófono nos permitía hablar con más intimidad y más cercanía.
Los altavoces de la torre hacían posible trasmitir música, y en ocasiones eran empleados para dar algunas noticias o avisos a las gentes.
Los sacerdotes Antonio Ramos desde Andorra, Alfonso Milián desde Azaila y yo desde Cinco Olivas, organizamos para la juventud tandas de Ejercicios Espirituales en la Ermita del Carmen de Híjar, Los Pueyos en Alcañíz, y “El Santo” en Aguarón.
Los jóvenes de distintos pueblos comenzaban a encontrase.
Desde Albalate del Arzobispo vinieron una temporada a hospedarse en mi casa buscando quizás una terapia a sus crisis emocionales, mi prima Carmen Ayuda Gómez, el joven seminarista Jesús Mari Félez Aranda, y de Sástago Pepito Albacar Bada. Entonces vivía conmigo mi hermana María.
Se acercaron por el pueblo otros jóvenes de otros pueblos atraídos por lo que “se decía”. Incluso algunos años llegaron de Barcelona jóvenes para pasar sus vacaciones de Semana Santa.
Iglesia de Cinco Olivas (Zaragoza)
Los Ejercicios Espirituales fueron complementados con Semanas Culturales de Juventud, y Encuentros Festivos centrados en diversos pueblos según la ocasión. El recién estrenado Salón de Cine de Gelsa acogió a una gran concentración de jóvenes de toda la comarca.
Para todos se organizaban los entonces famosos Cursillos de Cristiandad dirigidos desde la Acción Católica en Zaragoza. Por ellos pasamos todos los que lo deseamos. Si tuviera que resumir su impacto diría que nos abrían al mundo y a la comprensión de un Jesús de Nazaret más cercano, más personal. “Otro modo de percibir a Dios era posible”.
Organizamos excursiones masivas en autobús  a Lourdes y a Santiago de Compostela. Comenzamos a convivir unos con otros fuera de nuestras casas, fuera de nuestros pueblos.
La de Lourdes fue multitudinaria a pesar de la poca costumbre que había entonces de salir de sus pueblos las gentes. Se incorporaron jóvenes conocidos de Zaragoza, de Nuez de Ebro, y de los pueblos limítrofes a Cinco Olivas.
Roberto Gracia Alcaine, sacerdote entonces del hermoso pueblecito de la montaña, Cerveruela, y compañero desde la infancia en el Seminario de Alcorisa, y al igual el compañero Domingo Laín Sanz recién llegado de realizar estudios en el Noviciado de los PP. Blancos en Gap (Fr) durante los años 1.961-1.962, colaboraron en la organización. El idioma francés aportado por Domingo nos sirvió mucho a la hora de encontrar alojamiento en los hoteles de Lourdes. Roberto trajo su extenso Botiquín de Primeros Auxilios ya que acostumbraba a tenerlo en Cerveruela ante los días que quedaban aislados en invierno por la nieve. Su acopio de medicamentos elementales, era un servicio extraordinario que hacía a las gentes de la montaña. La animación en el grupo por ambos fue muy aplaudida y recordada durante mucho tiempo. Igualmente fue generosa su dedicación a todos.
Y se presentó un problema. Parte de nuestros jóvenes en la época veraniega se irían a trabajar de empleados en los hoteles de la Costa Catalana. Los más conscientes de su situación, pues muchas veces no tenían tiempo ni para ir a misa o se encontraban muy cansados, nos pidieron ayuda.
Ante esa situación, llegamos a organizar lo que entonces se llamó Pastoral de Conjunto.
Lo hicimos especialmente en colaboración con las Diócesis de Barcelona y de Gerona.
Desde nuestros pueblos dimos el impulso los sacerdotes Alfonso Milián Sorríbas (Azaila), actualmente Obispo de Barbastro, Antonio Ramos Estáun (Andorra), Ángel Nogueras, trabajador en una mina “a cielo abierto” en su Parroquia Herrera de los Navarros, Gregorio Ciria, cura entonces de Monegrillo, desde hace muchos años  en México, y el que lo cuenta. Todos éramos de la Diócesis de Zaragoza.
Nos turnábamos por meses para vivir cerca de nuestros jóvenes empleados de hotel; además apoyábamos a las parroquias locales de la costa. Sus jornadas de trabajo superaban casi siempre los seis días en la semana. El cansancio, la desolación, el abandono de su religiosidad, era frecuente. Las anécdotas a contar serían interminables.
Por eso saber que tenían a “sus curas” cerca de ellos, era un alivio. Todos los días nos marcábamos el plan de visita a los trabajadores de los hoteles de acuerdo con sus ratos libres.
Llegué a hacer estudiar el Bachillerato Elemental a todos los chicos y chicas que quisieron hacerlo bajo la modalidad del Bachillerato RTV.
Modalidad nueva de hacer el bachillerato establecido por el Ministerio de Educación a mitad de los 60 para jóvenes del mundo rural donde no había Institutos de Enseñanza y para trabajadores. La Institución Fernando El Católico de la Diputación Provincial de Zaragoza nos proporcionaba libros de texto y material radiofónico adecuado.
Se estudiaba lo que entonces se llamaba Bachillerato Elemental que daba acceso por ejemplo al estudio de Magisterio y de Enfermería. Salieron alguna Maestra, y alguna Enfermera (ATS), Técnicos Mecánicos, e incluso un Licenciado en Filosofía.
Del primer curso se encargó D. Manuel Hernández, maestro del pueblo, puesto que los chicos estaban todavía en edad escolar. De los Cursos 2º, 3º y 4º me encargué yo mismo por la razón de que yo tenía más recientes los estudios y los alumnos ya habían dejado la escuela. Lo mismo ocurrió en Alborge.
Chicos y chicas que de no haber iniciado en el pueblo el bachiller no hubieran podido realizar más estudios. Los exámenes se hacían a final de curso en el Instituyo Goya para los chicos, y en Miguel Servet para las chicas, en Zaragoza.

Otoño en la ribera del Río Ebro.
Personalmente funcionaba a presión. Para despejar la cabeza aprovechaba para coger algodón en la huerta con los vecinos del pueblo. Ello me permitía además poder intimar con las familias. Por cierto que coger algodón en noviembre y diciembre envueltos en la niebla con la flor del algodón seca y punzante no era ningún pasatiempo. Los dedos te quedaban deshechos.
Estuve al corriente de la OPERACIÓN MOISÉS.
En 1966-1967 circuló una carta dirigida a los obispos españoles y al Nuncio en Madrid para la que se pedían firmas de sacerdotes representativos de todas las diócesis. La carta constaba de diez puntos sobre la base del Concilio y del Evangelio para que la jerarquía rompiera su estrecha relación política con el franquismo y revisara su propia historia pidiendo perdón por el pasado de la guerra civil, se independizase del Estado económicamente, y otros puntos. Con ocasión de esta carta hubo sacerdotes que renunciaron a la paga del Estado y se pusieron a trabajar.
Hice una colecta pública para ayudar económicamente a los trabajadores deportados por causa de la Huelga de Bandas en Bilbao que habían llegado a Zaragoza. La gente fue muy generosa.
La huelga de Bandas fue la más larga en el franquismo (del 30 -10- 1966 hasta el 20-05 -1967) por un problema de primas y ritmos de trabajo en Laminaciones de Bandas en Frío de Echevarri (Vizcaya). La solidaridad se extendió por toda España e incluso en el extranjero, desde los estudiantes universitarios hasta muchos sectores de la  Iglesia católica.
Todo eran actividades hacia los demás.
Pero, ¿qué pasaba mientras tanto dentro de mí?
La cercanía y el roce humano hicieron que me enamorase de una chica estupenda y ella se enamorase de mí. Yo tenía 28 años. Todo era limpio y hermoso y en el más estricto terreno afectivo. Ambos nos respetábamos mutuamente, y nos ayudábamos en cuanto personas.
Y es que la actividad semanal te mantenía distraído, pero llegaba el domingo por la tarde y yo me quedaba solo conmigo mismo. Escuchaba música, leía, rezaba, pero yo seguía solo. Me consolaba al final de la tarde la Paraliturgia que tenía costumbre de realizar con la mucha gente que acudía a la iglesia. Rezábamos parte del rosario (un misterio) para seguir la tradición, y el resto les decía que lo hicieran por su cuenta. Eliminábamos el rezo repetitivo y machacón, y el tiempo lo empleábamos para instruirnos en los acontecimientos más llamativos en el mundo. Era nuestra “ventana al mundo”. Resaltábamos primero los hechos negativos: robos, crímenes, atropellos, actos de egoísmo. Seguidamente los contrarrestábamos con hechos de generosidad y de altruismo hacia los demás. Hacíamos una breve exposición eucarística y dábamos la bendición a la gente con el Santísimo Sacramento.
Y nuevamente solo en casa.
La gente cenaba y se acostaba pronto porque al día siguiente había que madrugar.
Por mi parte a las 8´30 h. decía la misa, y a las nueve comenzaba las clases de Bachiller Elemental.
Mi dulce situación sentimental me producía inquietud e inseguridad. Rezaba, procuraba fortalecer mi voluntad con pequeñas y repetidas renuncias placenteras, y me sacrificaba con cilicios y disciplinas, procurando tener la mente siempre ocupada y sobre todo, me esforzaba por atender más y mejor a los demás. Pero yo seguía solo.
Acudí a los amigos íntimos Antonio Ramos y Alfonso Milián con quienes tenía una profunda amistad y una intensa actividad.
En aquella época el OPUS DEI se presentaba como la mayor fraternidad para los sacerdotes. Vicente García Chus, sacerdote de la Obra, fue el gran amigo e íntimo consejero. Era una gran persona. Mi vida estaba comenzando al servicio de la sociedad y no quería que ello se acabara tan pronto.
La muchacha y yo fuimos madurando interiormente y encauzando nuestras vidas en el cometido que teníamos planteado. Ella comenzó a trabajar y yo seguí con un fuerte compromiso pastoral. Seguimos siendo íntimos amigos durante mucho tiempo. Ella jamás me dijo casémonos, y yo tampoco lo hice. Pero ambos sabíamos que nos queríamos profundamente, respetuosamente. Siempre nos mantuvimos en el más estricto respeto personal. Pero el amor nunca dejó de ser inmenso.
En general podríamos decir que el placer es objetivo inmediato en el hombre, y el afecto el objetivo de la mujer. Y aunque ambas cosas se dan en ambos sexos, al menos de entrada, se dan en proporciones distintas. Podríamos decir que el equilibrio en ambos campos es la maduración para los dos. Cabría decir que se dan personas con actitudes que podríamos llamar psicosexuales (equilibrio de placer y afecto), y personas que se sienten acentuadas por sólo el placer o por sólo el afecto.
Primero ser amigos, después lo que acuerden mutuamente. La cama llegará a ser una consecuencia, y a su vez la cama debería fortalecer la amistad, en definitiva el amor. Así se expresa el teólogo José Ignacio González Faus en un trabajo publicado en Noticias Obreras, nº 1.475 del 1 al 15 de Marzo de 2.009. Edita HOAC.
Hoy en día es más fácil “desnudar el cuerpo que desnudar el alma”. Nosotros desnudamos el alma, pero jamás desnudamos el cuerpo.
El paso al matrimonio nunca llegó a madurar de hecho, aunque posiblemente lo deseábamos los dos. Pero éramos jóvenes y había otras cosas que hacer. Y en lo que a mí me concierne se irá viendo en el transcurrir de mi vida. Por lo que más adelante habrá que seguir hablando de este tema.
En todo caso el amor hay que hacerlo no solo con el cuerpo, sino con todo nuestro ser. La sexualidad no debe ser masculinizada, en el sentido de “aquí te pillo aquí te cazo”, como dice J. I. González Faus.
El catalán P. Ladislau D´Easo en su “Cançons Espirituals” “¿Qué saps tu de l´Amor”?, decía “el amor no es una “jugina”, el amor es cosa divina”.
González Faus seguirá diciendo “desde una sensibilidad masculina la sexualidad evoca sobre todo el placer; mientras que, desde una sensibilidad femenina evoca preferentemente el afecto”.
Más o menos esto era lo que yo pensaba en aquellos momentos. Por eso seguiríamos avanzando en el quehacer de nuestros planteamientos. Todo esto puede explicar mi situación anímica de entonces. Pero a pesar de todo yo terminaba estando solo, estaba inquieto y me sentía frágil y vulnerable.
Tema que seguiremos abordando más adelante, ya que por otra parte será de obligado cumplimiento, puesto que nuestra vida dará muchas vueltas a lo largo de los años.     
Era corriente de opinión avanzada entonces que los sacerdotes no deberían permanecer más de cinco años en la misma parroquia. Se evitaba de ese modo el apego a la parroquia, y a creerse uno mismo propietario de la misma. La idea era pasar de la visión de iglesias locales a la visión de Iglesia Universal. Era ampliar el escenario del pueblo al escenario del mundo. Cáritas, por ejemplo, comenzaba a salir del ámbito parroquial y atendía a las gentes de una manera global y aconfesional.
Recordar aquí al sacerdote Mariano García Cerrada, es reconocer su gran contribución al cambio dentro de la organización caritativa de la Diócesis de Zaragoza, por otra parte cambio deseado por el Concilio Vaticano II.
Además el sacerdote que quería entregarse totalmente a su parroquia en cinco años podía dar de sí todo lo que le fuera posible. A partir de ahí era conveniente dejar paso a otro sacerdote que ampliase ideas y objetivos. De esta manera quienes saldrían ganando serían las propias gentes. Eran ideas nacidas al calor del Concilio. “La Iglesia al servicio de las gentes”. Nunca en sentido contrario.
Es por esto que me planteé en la primavera del 68 salir del pueblo e ir de sacerdote como capellán de emigrantes a Francia. En mi caso era como una obligación. Mis padres habían sido emigrantes y yo había experimentado lo mismo durante las vacaciones del seminario.
Lo expuse al Arzobispo Pedro Cantero y Cuadrado quien me aceptó la idea. Preparamos mi estancia en Madrid en el Colegio para Capellanes de Emigrantes ubicado en el Gran San Blas, a partir de septiembre, y para hacer los estudios correspondientes preparatorios al nuevo campo de pastoral misionera con los emigrantes españoles que salían especialmente hacia Francia y Alemania.
En el mes de agosto de 1.968 me despedí de mis feligreses. Antes había dejado preparado y concretado, para todos los estudiantes del Bachiller Elemental, el lugar y la manera donde proseguir los estudios de acuerdo con las posibilidades de sus padres.

El Consiliario de la HOAC entonces Gregorio Forniés me invitó al Cursillo de Iniciación a la misma. Se desarrolló en una casa de campo en Peñalba, propiedad de la familia María Jesús Pomar.
Me impactó fuertemente. Descubrí un mundo, el de la clase trabajadora, para mí totalmente desconocido. El mundo rural era otra cosa. La franqueza, la familiaridad, y las expresiones verbales y de camaradería de los compañeros de convivencia, además del respeto mutuo estando compuesto por hombres y mujeres hacían que el afecto de sentimientos fuese moneda común y corriente.
El que dirigía el cursillo era el compañero Norberto Moreno, un hombre convertido al cristianismo desde una vida superficial y mundana. Pero nos hizo vivir el Evangelio y la preocupación por el mundo obrero.
Jesús de Nazaret y los hombres trabajadores eran los dos polos que nos orientarían para siempre. Al mismo tiempo descubrí otro Dios, otra forma de ver a Dios. Pero ello será el trasfondo de una segunda parte que compondrá la totalidad de mi relato “El Dios de mi pequeña historia”.
Laureano Molina Gómez.
Zaragoza a 5 de marzo de 2.009.
(Final de la 1ª parte).

No hay comentarios:

Publicar un comentario