domingo, 20 de marzo de 2016

COMUNIDAD



2º.- CASABLANCA.

Comunidad.

Llevaba varios días dándole vueltas en su cabeza. No pudo más y al final lo soltó: “ahora o nunca”.
Fermín era un joven venido a Zaragoza desde Almazán (Soria). En aquellos años muchos eran los jóvenes que abandonaban la casa de sus padres labradores para venirse a trabajar a la ciudad.
En los primeros años de los setenta eran muchísimos los que habían tomado esa decisión. El joven militante de la HOAC estaba hospedado en una casa con una señora mayor. Y aunque la señora lo cuidaba bien, él quería otra forma de vivir. Las ideas que imperaban  entre los militantes de la HOAC y de la JOC eran radicales. Era necesario cambiar la sociedad. Pero sobre todo, y como paso previo, había que salir de la Dictadura del General Franco en España. Lo que suponía vivir en unas condiciones de plena libertad, sin horarios, sin poner en riesgo a nadie ajeno a la causa. Las residencias de jóvenes de la JOC y de la HOAC como la de la calle de Sierra Purroy en el Barrio de Torrero y la del “Patronato de Agustín Jericó” en la calle Cartagena  en el Barrio de San José en Zaragoza,.habían cerrado, o estaban a punto de cerrar, como así sucedió. El Arzobispo Cantero seguía instrucciones gubernamentales. “Todas esas residencias son un nido de comunistas”. No se comprendía bien que el Concilio Vaticano II, siguiendo el espíritu del Evangelio, empujase a los cristianos a vivir con mayor radicalidad su fe en Jesús de Nazaret defensor a ultranza de los pobres, enfermos y desvalidos.
“Molina, tienes que poner en marcha la Comunidad a la que nos está empujando la doctrina de la HOAC”, me dijo.
En toda España se hacía lo mismo. Las Comunidades Cristianas de Base emergían por ciudades y pueblos.
Con Fermín venía empujando también Emilio, un soriano de pura cepa. Emilio tenía un buen puesto de trabajo como telefonista en la Telefónica de Soria. Pero aquel trabajo le parecía demasiado fácil y al mismo tiempo demasiado estresante para él. Por otra parte le encantaba la carpintería en la especialidad de ebanistería. Es por eso por lo que pidió excedencia en su trabajo y se vino a Zaragoza para hacer un cursillo de ebanistería en el Centro Profesional de Miralbueno. Emilio trabajaba la madera. Acariciaba la madera. Gozaba con la manipulación de la madera y en construir muebles que él mismo diseñaba. “Es una gozada”, decía.
Eché mano de los anuncios del periódico Heraldo de Aragón, y fijé la mirada en “Fincas Pinilla”. Se nos ofreció una vivienda de reciente construcción, sin estrenar, en el entonces Barrio Rural de Casablanca.
Nos fuimos a vivir al número 9 de la calle Centro. En el último piso y con una hermosa terraza que hace chaflán con la calle de Las Rosas. Lo amueblamos con lo que Caritas Diocesana nos proporcionó. El piso, cuyas paredes olían todavía a pintura, lo estrenamos nosotros. Los muebles que Caritas nos proporcionó eran todos de segunda mano. Las mantas y las colchas para las camas eran pobres pero nuevas. Todo el ajuar restante lo fuimos comprando poco a poco.
Martín nos ayudó a trasladar los enseres con la furgoneta del Seminario. Nuestra casa y el Seminario estaban tan cerca que únicamente las separaba Vía de la Hispanidad. Martín se vino a vivir con nosotros de inmediato, y todas las mañanas iba a dar sus clases correspondientes a los chavales del Seminario Menor.
Muy pronto se nos agregó una muchacha procedente de la HOAC de Logroño. Berta, que también dejó su puesto de trabajo como auxiliar de clínica, y se vino a trabajar a una fábrica de menaje y de juguetes, la “Nacoral”, que hacía esquina con Vía de la Hispanidad y Duquesa Villahermosa. La “Nacoral” hace muchos años que desapareció.
Era una idea fundamental en aquellos tiempos: “vivir encarnados ocupando los puestos de trabajo más bajos”. Si queríamos “fermentar” las conciencias de los trabajadores para dar un vuelco a la realidad existente y mejorarla, había que hacerlo desde lo más bajo de la sociedad. Era nuestra peculiar “encarnación” entre la gente sencilla trabajadora.
Algo más tarde yo me dedicaría a convivir con los camioneros, y durante veinte años conduje un camión trasportando mercancías entre las fábricas. Martín, llegó a abandonar las clases en el Seminario, y se puso a trabajar de barrendero en un camión de recogida de basuras en turno de noche. Fermín trabajaba en la fundición de Ildefonso Lafuente, “ILASA”, instalada entonces al otro lado del Canal, en el tramo lindante con Casablanca, hoy llamado el barrio de Ntra. Sra. de Las Nieves.  

El piso disponía de tres dormitorios, salón, cocina, y cuarto de baño.
Desde la terraza exterior se divisaba entonces todo nuestro pequeño barrio rural. También se veía el Seminario Diocesano de Zaragoza, el campo de fútbol La Romareda, y el Hospital General llamado “La Casa Grande”, hoy Hospital Miguel Servet. Prácticamente todo el entorno eran campos de cultivo, campos de regadío. Existía también el Hospital Militar y el Cuartel de Sanidad Militar, el uno frente al otro. La antigua gasolinera de Casablanca y la fábrica de Coca Cola, al igual que el Colegio Residencial Público “Huérfanos de Magisterio”, hoy el I. E. S. “Miguel Catalán”, eran vecinos próximos nuestros.  
En la habitación más grande se instalaron Emilio y Fermín. Dormían en una litera para ganar espacio. Porque, eso sí, cada uno teníamos nuestra mesa de estudio. El comedor sería el punto de puesta en común de planificación de nuestras actividades, de nuestras Eucaristías, de nuestras reflexiones, y de nuestras comidas habituales. Berta ocupaba una habitación para ella sola, a quien se agregaría posteriormente Mari Carmen venida del pueblo minero turolense de Ojos Negros. Su padre era encargado de las minas de hierro a cielo abierto. Martín y yo ocupamos el tercer dormitorio.
La primera comunidad mixta en Zaragoza quedaba establecida. En el año de 1.970 no era corriente vivir en comunidad, y menos compuesta por hombres y mujeres. Pero a raíz del Concilio Vaticano II innumerables comunidades cristianas de base florecieron por todas partes. Los jesuitas en el barrio de El Picarral, viviendo en la parroquia obrera de Belén, y muchos equipos de Revisión de Vida y de Acción de militantes de JOC y de HOAC hacía ya tiempo que tenían en común una fuerte organización de apoyo mutuo, fruto del imperativo cristiano “Comunidad de Vida, Comunidad de Bienes y Comunidad de Acción”. Naturalmente los matrimonios vivían cada uno en su casa, pero la solidaridad entre ellos y hacia todos los demás era muy fuerte. Delicias, Oliver, San José, La Paz, y Torrero en general, fueron pioneros en este espíritu de vida militante misionera. Algo comenzaba a cambiar en España.

Casablanca era un barrio muy pobre urbanísticamente hablando. Cuando llovía las calles se encharcaban primero y quedaban embarradas después. Por la noche, las pocas luces parecían unas simples candelas. Unas pantallas de “plato” empotradas en las paredes de las casas y bastante espaciadas, a veces solamente en las esquinas, con lámparas de 100 w. era toda la luminosidad que tenía el barrio. No había escuelas para los niños. Aunque sí había una escuelita en unos bajos de una vieja casa en la calle de


Fuente de los incrédulos. Canal de Aragón. Casablanca. Zaragoza.
“La Escuela”, llamada así precisamente por estar la escuela. Un saloncito para los niños y otro para las niñas. Sin apenas luz solar. Creo que era una escuela privada. Y desde luego era insuficiente. Después se trasladaron al terreno que los PP Paúles fueron habilitando poco a poco en lo que llegaría a ser la actual parroquia, pues en el tiempo desde el que estamos hablando no               había iglesia parroquial.
“Incredulorum convictioni et viatorum commodo. Anno  MDCCLXXXVI”
(Para convencimiento de incrédulos y alivio de caminantes. Año 1786.
Mas información en:

Los sacerdotes habían arreglado para decir misa una especie de cobertizo que era el secadero de una antigua tejería.
El Canal Imperial de Aragón impulsado por el Canónigo Ramón Pignatelli, además de aportarnos humedad en el invierno, nos invadía de ratas. Los de la calle Embarcadero fueron los primeros que hablaron en la asamblea que se organizaría en aquel “cobertizo-iglesia”.

Amparados bajo la figura legal de Asociación de Cabezas de Familia, como en los demás barrios, comenzamos nuestra andadura para intentar transformar y mejorar la realidad de las gentes de los barrios periféricos de Zaragoza. (A. C. F. única fórmula de participación permitida por el Régimen Político de Franco).
Con Casablanca se cerraba así el “primer cinturón de Zaragoza” en el que en cada barrio había ya militantes, bien cristianos, bien de partidos políticos clandestinos. Las parroquias en los barrios, sus sacerdotes y sus militantes, hacían una labor fundamental de promoción religiosa y socio-cultural, y de denuncia para el mejoramiento de sus infraestructuras. Un cinturón real de hombres y mujeres trabajadores en los barrios, compuesto de chavolas en su comienzo, pequeñas parcelas más tarde, y  casas austeras de obreros finalmente, se creaba con la gente emigrante de los pueblos a la ciudad. Cinturón activista de las futuras Asociaciones de Barrios. Actividad legal por un lado, pero con muchas otras actividades clandestinas bajo mano. Las Asociaciones de Cabezas de Familia ayudaban a tapar todo lo que no nos estaba permitido, y era necesario para el avance social de las gentes. El movimiento vecinal se iba consolidando.
La idea fundamental de aquel entonces se basaba en copar, y aprovechar las instituciones oficiales, y desde allí abrir las mentes de las gentes y presionar para cambiar la realidad de las ciudades y pueblos de España. Lo cual se hizo al mismo tiempo que copábamos por parte de las izquierdas, gentes progresistas, y cristianos de la JOC y de la HOAC, los sindicatos oficiales del régimen, la Central Nacional Sindicalista, la “C. N. S”.
Todo parecía igual pero ya no era lo mismo. Ya no sería lo mismo. La Dictadura hacía “aguas” y se producía el “parto” de  la incipiente “Democracia Española”, reprimida a pulso por el régimen de Franco, pero ansiada con más fuerza por las gentes progresistas de la época. Nuestros pensamientos y nuestros corazones eran ya democráticos. “Actuábamos con planificaciones programadas en discretas asambleas”. 
Los barrios comenzaron a organizarse, y casi todos habían puesto en marcha ya su Asociación de Cabezas de Familia. De tal manera que los barrios zaragozanos de Valdefierro, La Bozada, Oliver, Delicias, Miralbueno, La Química (hoy La Almozara), Arrabal-Ranillas-Picarral, La Jota, Barrio de Jesús-Vadorrey, Tenerías, Las Fuentes, Bajo Aragón-Montemolín, San José, Colón, Torrero-La paz, Torrero-San Eugenio, Torrero-Pinares de Venecia, y Casablanca, comenzaban “apretando” con sus demandas a las Autoridades Públicas. No todos estuvieron en un principio, pero sí todos estuvieron después.
Y se crearon los “puntos de ajuste” de este cinturón con la creación de los Polígonos Industriales concebidos en los Planes de Desarrollo del Régimen. La industria avanzó y con ello la conciencia de las gentes. La importancia del trabajador en la marcha política de la nación se fue afianzando. Las gentes comenzaron a hacer valer sus derechos, y a empujar para que se crearan otros muchos. Entre ellos el derecho a asociarse libremente, a manifestarse, y a la huelga, como mecanismos de regulación del sistema capitalista. La historia zaragozana avanzaba y ya no tendría marcha atrás. Ya nunca sería igual. Todo comenzaba a ser diferente.

(NOTA: Si se desea ver de qué situación socio-económica veníamos, se puede pedir en Internet a Google que te enlace con:

y

entre infinidad de escritos sobre estos temas).
Actual Parroquia de San Vicente de Paúl.






 Ver mas información en:

No hay comentarios:

Publicar un comentario